A menudo, estamos tan ocupadas cumpliendo con nuestras responsabilidades que no nos damos el tiempo para cuidar lo que llevamos dentro.
La salud mental no es solo la ausencia de enfermedad, es bienestar, equilibrio y la capacidad de disfrutar de la vida. Como bien dijo Viktor Frankl, “cuando no somos capaces de cambiar una situación, nos enfrentamos al desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Esta frase nos recuerda la importancia de trabajar en nuestro interior, en cómo gestionamos las emociones, las situaciones difíciles y cómo nos relacionamos con nosotras mismas.
Cuidar de nuestra salud mental implica darle la misma prioridad que a la física.
No es solo ir al gimnasio o llevar una dieta equilibrada. Es aprender a gestionar el estrés, a decir “no” cuando es necesario y a abrazar nuestras emociones sin miedo.
Como menciona Martin Seligman, uno de los padres de la psicología positiva: “El bienestar es más que la ausencia de la tristeza”. Es sentirnos bien con nosotras/os mismas/os y tener la capacidad de superar las adversidades con resiliencia.
Tres pautas para comenzar a cuidarte:
- Escucha tus emociones: No las ignores, son una brújula que te guía en lo que necesitas. Si estás enfadada/o, triste o ansiosa/o, pregúntate qué mensaje te están dando esas emociones. ¿Quizá necesitas descansar? ¿O hablar con alguien sobre lo que te preocupa?
- Reserva tiempo para ti: Dedica momentos para hacer lo que te gusta, sin culpas. Puede ser algo tan simple como leer, caminar, meditar o incluso darte un baño relajante. Estos pequeños momentos de autocuidado te ayudarán a recargar energías
- Rodéate de personas positivas: Las relaciones sanas son clave para mantener un buen estado emocional. Aléjate de la gente tóxica que te drena emocionalmente y busca personas que te inspiren, te apoyen y te hagan sentir bien contigo misma/o.
Recuerda, cuidar tu salud mental no es egoísta, es necesario. ¡Hoy, date permiso para parar, escucharte y priorizarte!