Al abrir esa puerta incierta y desconocida del autoempleo, nos suelen acontecer una serie de anécdotas muy ejemplificativas de lo que una piensa y siente y grotescamente variopintas reacciones en las expresiones de las personas a quienes les contamos nuestra inminente realidad.

Vamos a analizar el cóctel y laberinto de emociones y pensamientos desde que sentimos la tentación de autoemplearnos, hasta que, finalmente concluimos nuestro primer acto con la empresa creada, lo demás ya depende de cada actor o actriz y de la puesta en escena (riesgo o ventura).

Como si de una función teatral se tratase, abordaremos en 3 actos las cuestiones referentes a nuestro sentir previo a este ” salto”.

¿Por qué quiero tener mi negocio?

Tenía un trabajo fantástico, fenomenal y maravilloso y un día en un despacho más o menos lejano alguien “aprieta un botón” y me había tocado: ¡Horror !

No termino de encajar,no encuentro un trabajo que me aporte lo que yo necesito, cada vez que me aproximo a volver a trabajar para otra persona, me entra un hormigueo.

Tal vez sea esa mal interpretada “creatividad” que siempre inquieta a estructuras con mucha cuadrícula, o tal vez porque este sector donde me muevo ha perdido mucha capacidad económica y apenas genera empleos, o quizá porque las ubicaciones de las ofertas me trasladan a lugares donde no quiero estar viviendo (otra cosa sería de viaje de trabajo o vacaciones) finalmente tampoco comulgo demasiado con las exigencias que se me imponen etc.

No encuentro un empleo en las condiciones que yo busco y considero crear mi propio empleo como única salida laboral a otras como pueden ser: Aceptar trabajos peores, emigrar a otro país o ciudad, conciliar la vida laboral y familiar.

Tengo una idea, una idea fantástica y maravillosa que tengo que llevar a cabo.
O quizá tengo un talento destacable que necesito canalizar y si es posible vivir de él.
A lo mejor no tengo ni una idea estupenda ni demasiado talento, pero sí cierto “desamor” para trabajar por cuenta ajena en este momento y muchas ganas de crecer profesionalmente.

¿Quiero cerrar una etapa e iniciar una nueva llevando acabo mi proyecto empresarial?.

Despedir el pasado es necesario.

Hay que sanear la mente y dar una “patada” a esa contraportada del libreto que terminamos de “cerrar”. Si no lo hacemos corremos el riesgo de soñar con “paraísos perdidos”.

Dependiendo de nuestra expresividad lo haremos dando “saltos de alegría” porque “huimos” de una realidad que no nos satisfacía demasiado.
Otras en cambio, el “cierre de capítulo” llega de manera dramática, dolorosa con sangre sudor y lagrimas porque este fin de etapa no es voluntario sino que “alguien” en “algún lugar” ya decidió por nosotras puesto que éramos sus piezas del engranaje.

Sea como sea, es muy importante vivir un fin de etapa y asumir el inicio de otra con un nuevo enfoque que nos ayudará a tomar la mejor decisión.

No significa  “quemar las naves” no implica que sea un viaje sin retorno, sino más bien, una simple “evolución” que nos lleva al objetivo de crear nuestra empresa: Hay que buscar al barquero Creonte y pagarle el paso porque la Laguna Estigia nos espera.

Comenzar un negocio no siempre es sinónimo de punto y aparte, sino que a veces es tan sólo un punto y seguido, o un mero punto y coma.

Quizás nos encontramos en un proyecto en el que ya participábamos anteriormente . Por ejemplo en el caso de un “traspaso o cesión de negocio” cuando éramos trabajadores/as del mismo, o bien en el caso de una sucesión empresarial dentro de la familia.

Pero a veces emprender un negocio no significa ruptura con la ocupación anterior sino tal vez complemento, actividad secundaria, extra. 

¿Qué pasaría si decidieras elegir la metamorfosis?

Esta fase a menudo resulta “dura” , compleja y sangrante. Es un cambio de enfoque pleno. Llega el momento de asumir que ya dejamos de ser una pieza más del puzzle, ahora serás el el motor que va a poner en marcha otros engranajes. 

Ahora nos tenemos que “inventar” los criterios que nos vamos a fijar para crear nuestro negocio. Vamos a dirigir y gestionar lo que queremos y cómo lo vamos a hacer.

El límite está en ti la mayoría de las veces.

 Suena la música, se ilumina el escenario, 

¡Zas! Se levanta el telón y 

un golpe de foco en el centro de la escena nos deslumbra,

comienza el monólogo, ya no hay figurantes ahora 

 eres protagonista de tu escena eliges tu actuación.

 

ESCRITO POR

Flor González Díez. Licenciada en Derecho. Asesora jurídica y financiera. Cofundadora de Orienta Emprende y Directora de OrientaEmprendeProyectos.